El Londres de Axel Torres
*@AxelTorres.- Mi primer recuerdo de Inglaterra tiene que ver con el cielo. Lo observé desde un autocar, un autocar que había salido de Sabadell con destino a Londres, y me fascinó comprobar que el cielo inglés era igual que el nuestro. Uno podía mirarlo, abstrayéndose de su realidad, y pensar que estaba en casa. Y, sin embargo, estaba en Inglaterra. En la mitificada, esperada y soñada Inglaterra. Era mi época de mayor fanatismo hacia la Premier League. Un tiempo en el que aún mantenía el contacto con Jonathan Dilks, en el que leía a diario el teletexto de Eurosport en inglés y en el que consultaba con frecuencia la guía de programación de Canal Satélite Digital para saber si ya habían anunciado qué partidos emitirían el fin de semana siguiente. Para mí, el viaje de fin de curso de primero de bachillerato, más que una primera aventura en el extranjero, representaba entrar en contacto con ese mundo que amaba. Los acantilados de Dover, divisados desde el ferry que nos llevó desde Calais, se presentaban ante mis ojos como la Tierra Prometida.
Primera visita
Había poesía en ellos: en su pronunciada pendiente empinada, casi rectilínea; en la violencia de las olas agitadas por el viento golpeando las rocas y recordándome fragmentos de las novelas de Agatha Christie que amenizaron mi adolescencia. Por aquel entonces todo lo inglés me parecía más auténtico, absolutamente pionero. El fútbol, el periodismo, las novelas policíacas… todo nacía y moría en Inglaterra, y llegar a Inglaterra era como hacer realidad una utopía, como caminar por una tierra que creía inalcanzable, como cruzar una frontera entre los sueños y la vigilia. Me recuerdo nervioso, medio mareado, comiendo patatas Walkers —porque patrocinaban al Leicester y porque las anunciaba Gary Lineker— en medio de aquel ferry que no acababa de cruzar nunca el Canal de la Mancha. Francia quedaba atrás, sin proporcionar grandes imágenes para el recuerdo —solo estaciones de servicio, gasolineras con máquinas de café, quioscos de carretera donde comprar L’Équipe—, totalmente oscurecida por la expectativa de la primera visita a Inglaterra…
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brutal, como todo lo que escribe este señor PERIODISTA.
a mi me paso algo parecido cuando llegue a edinburgo………..