El fútbol en Auschwitz
No cabe duda que en muchos los aspectos de la vida en fútbol sirve como una vía de escape. Si hablamos de la Segunda Guerra Mundial existe un ejemplo que dignifica este deporte en medio del horror. Nos situamos en 1943 cuando un galés llamado Ron Jones es trasladado como prisionero británico a Auschwitz-Birkenau, sobran las palabras. El campo de concentración más conocido de la historia tuvo un rincón para el balompié. Jones trabaja durante 12 horas al día toda la semana excepto los domingos. Es ese día cuando, como en cuenta en su libro ‘The Auschwitz Goalkeeper’, galeses, escoceses, irlandeses e ingleses disputaban un torneo con equipaciones cortesía de la Red Cross (Cruz Roja). “Creo que los nazis nos dejaban jugar para mantenernos tranquilos”, confiesa Jones.