Hitlzsperger o lo que el fútbol ignora
“Si odias a las mujeres y si odias a los homosexuales, no vengas a nuestros conciertos”, una frase de Kurt Cobain que bien se podría aplicar a los terrenos de juego. Thomas Hitzlsperger es noticia por revelar en público su homosexualidad, ex de Everton, West Ham y sobre todo, Aston Villa. Ser gay en el fútbol es ser como un villano y no precisamente por pertenecer al Aston Villa. Ya retirado, Hitzlsperger ha confesado su condición en un contexto más que complicado. Ya retirado ha recibido, algo que no debería ser noticia, el apoyo de personalidades del fútbol europeo. Es un caso más aunque no tan dramático como el que terminó en suicidio de Justin Fashanu en los 90 y que tiene una realidad con testimonios como este: “Estaba sentado en una mesa con veinte compañeros que hacían chistes con este tema y nunca fue fácil”. El deporte en general es un espacio reservado a la hombría en el peor concepto de la palabra. Ahora, estos ex jugadores como Hitlzsperger, Robbie Rogers (ex Leeds) o el gran jugador de rugby Gareth Thomas abren una puerta a la esperanza hacia la apertura.
Fowler se señala el culo para mofarse de Le Saux
Entorno
Como confesó Vinnie Jones a Revista Líbero, en breve saldrá a la luz una película sobre la vida de Thomas que hará remover la conciencia de los más reacios. El fútbol bien podría parecerse a como definía el propio Cobain a Aberdeen (su pueblo nata en Estados Unidos) “Aberdeen era una ciudad totalmente aislada, un lugar que ponía los pelos de punta, sólo tenías que salir de ahí para que se te abrieran los ojos, la gente era tan cuadrada, ¿Cómo no íbamos a ser diferentes a ellos?”. El anuncio de Hitzlsperger supone un paso más aunque será difícil y casi imposible cuando esté en activo. Recordamos aquella imagen de Robbie Fowler en la que se mofaba sobre los rumores que corrían sobre Le Saux o frases desafortunadas de muchos técnicos. Un movimiento de masas como el fútbol debe generar un ejemplo hacia un mundo distinto gracias a todo lo que mueve hoy en día. Las palabras deben dar paso a la normalidad y la confesión de un jugador de élite como Hitzlsperger abre un conflicto que no debería ser tal.
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