Best y el mejor otoño del Stockport
Miguel L. Pereira twitter: @Miguel_LPereira.-Fueron sólo tres partidos, la frivolidad de 270 minutos. Pero suficientes para transformar la tranquila vida de uno de los más históricos y a la vez modestos de los clubes ingleses en un frenesí mediático sin precedentes. Durante el otoño del 75 el mejor jugador británico de siempre pasó por Stockport antes de arrancar en su peregrinación americana. Fueron solo tres partidos, pero el adiós de George Best al fútbol inglés, en el mundo jamás será olvidado.
19 minutos. No le hizo falta ni uno más.
El balón navegó por el terreno de juego hasta llegarle a los pies, en el corazón del flanco izquierdo. Un drible, un regate, un corte y el balón a corner. El tercero, en diez minutos conquistado por Best. El tercero que apuntaba de forma directa a la portería. Y, por una vez, funcionó. Los hinchas en Edgeley sabían que habían sido testigos de la historia.
El rey de Manchester
George Best llegó al Stockport County con 29 años. Por aquel entonces era, sin duda, el mejor jugador británico del mundo, quizá de la historia. Pero era también un jugador más cerca de su final que de la gloria de sus años de oro en Manchester. Del joven que con 15 años había llegado de Irlanda del Norte después de que Bob Bishop, el ojeador de confianza de sir Matt Busby, le despertara a mitad de la noche para hablarle de un genio, poco sobraba ya. Best jugó diez años en el Manchester United y fue fundamental en la formación de la llamada Santísima Trinidad con Bobby Charlton y Dennis Law. Una asociación que ayudó a redefinir el club después del desastre aéreo de Munich. El joven, que tenía sólo 10 años cuando el avión que llevaba los Busby Babes de vuelta a casa, definió en los años 60 el concepto de icono sexual y de moda en asociación con el mundo del fútbol. Un Beckham precoz 30 años antes pero con un talento envidiable. Best hizo por el fútbol lo mismo que los Beatles hicieron por la música. Como pasó con la banda de Liverpool, sus mejores momentos quedaron anclados en esos años mágicos.
El cambio de ciclo
Desde su estreno como profesional en 1963, con solo 17 años, hasta su agrio adiós después del enésimo enfrentamiento con el manager Tommy Docherty, el número siete de los Red Devils ganó todo lo que había que ganar. La final de la Copa de Europa frente al Benfica, en Wembley que, con un gol suyo, desatascó la prorroga y confirmó todo su genio. Pero también fue el principio del fin. De regreso a casa la generación de los veteranos de Busby, al igual que el mismísimo entrenador, pensó que las cuentas con el pasado estaban saldadas y que su deber había sido cumplido. Sin embargo, Best tenía 20 años y quería mucho más, hacer del Manchester un nuevo Real Madrid. Lo malo fue que, como era normal, ni Charlton, ni Law, ni Stiles ni Busby tenían ya fuerzas ni ganas de ir más allá. A lo largo de cinco años el club no volvió a ganar un sólo trofeo y Best se entregó a la noche, a las mujeres y sobretodo al alcohol.
El principio del final
Cuando llegó a Stockport County, todavía era un jugador en la flor de la edad, pero el cuerpo ya no le acompañaba y la cabeza parecía estar siempre en otro lugar. Minuto 55. Un sprint loco de más de 30 metros en que deja atrás a seis jugadores del Swansea y, una vez más, el balón en la red. “Simply the Best” se podían leer en varias pancartas hechas a mano por las adolescentes locas por la estrella. Estrella, pero capaz de arrastrar a multitudes. A los habituales dos mil espectadores semanales del club se juntaron diez mil más sólo para ver al norirlandés. En esos primeros 90 minutos de azul, el festival terminó con un espectacular gesto técnico que llevó a la locura a los adeptos locales. Ese fue el primero de los tres partidos que Best disputó por el club.
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Marcha a Estados Unidos
Después de tres cesiones por el Manchester United, con quien el jugador había roto todos los lazos, la experiencia en Stockport fue un preludio para lo que se veía venir. Sin club, el astro fue llevado por el técnico del conjunto local, Roy Chapman, a firmar un contrato de partido a partido para que cogiera forma física. Quince días después (Best sólo jugaba los partidos en casa) volvió a ser decisivo al marcar, con una chilena, el gol del empate a dos contra el Derby County. Antes de Navidad, en el 22 de Diciembre, el último partido de azul contra el Scunthorpe. Victoria por 1-0, pero sin el habitual gol de Best. Al volver a casa, los adeptos ya pensaban en el juego del Boxing Day pero Best no volvió. Su estado físico, después de una noche pasada en las urgencias con un par de copas demás, hizo con que el club rompiera el contrato. Fue el adiós. Best jugó con el Cork City en Irlanda un partido antes de emigrar a los Estados Unidos donde se hizo hueco como una de las grandes estrellas de la recién creada MLS al servicio de clubes como los Los Angeles Aztecas, Fort Lauderdale Striker y San José Earthquakes. Una experiencia intercalada por un año y medio jugando al servicio del Fulham londinense, donde sus problemas con la droga y el alcohol se hicieron aún más evidentes.
‘Simply the best’
Su carrera estaba ya terminada pero su etapa en el Stockport se quedó en el corazón de los locales. El último día del año el club terminó empatado en puntos con el Swansea y con esa victoria, con un hat-trick de Best, en una fría tarde de otoño, logró la permanencia gracias al enfrentamiento directo. El mejor Best ni siquiera se dio cuenta. Hizo otra genialidad, le salía sin proponérselo.
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Me ha encantado el texto Miguel.
Enhorabuena por la publicacion, calidad top como es habitual.
un saludo
genio y figura, y natural 100%, hacia lo que queria, y decia lo que pensaba, para bien o para mal
David,
Totalmente, un jugador brutal con un caracter fuerte que no le dejaba adaptarse a la realidad mas conservadora del United de Busby. Luego sufrio en la piel los excessos de los 60 en el futbol ingles (mucho antes de Gascoine, Adams, Robson y compañia) y eso le costó una carrera que podria haber sido descomunal!
Comome gustaria verlo jugar ahora.. un genio George Best
Felicidades al autor