Fútbol Inglés (BRITCORNER)

Egipto o Europa, el fútbol como excusa

Portsaid-Tragedy-2

*@rodrigo_marciel.-“No, nosotros no somos ni de izquierdas ni derechas, eso es algo que se inventa la prensa”. Aquí termina un breve pero transparente contacto con un sector del conflicto que estamos tratando. Entrar en trato con un ultra te conduce hacia una aventura extraña, incierta pero cargada de preguntas obligadas. Éstas terminan a mitad de camino, cuando el tema político llega y quizás cuando lo delicado es parte fundamental del momento. ¿Si tuvieses que definir de alguna forma el fútbol en Egipto cómo sería? Yo diría Alhi, nos contesta nuestro protagonista citando a su club, o al menos al que apoya. Un ejemplo más de lo misterioso e inquietante de un deporte que tuvo un capítulo más que sangriento en la tragedia de Port Said (2012) y que estos días vuelve a ser protagonista. Fue entonces y sigue siendo ahora el resultado de la inestabilidad de un país donde el fútbol sirvió como el triste escenario y la excusa para enseñar a medio mundo que ahí había un problema. Más de 70 muertos y más de 1.000 heridos bajo la tardía reacción internacional que conduce a preguntar a quiénes forma parte de una u otra forma del presente del país a través de un simple juego.

Ahora que están tan de moda las tertulias cargadas de violencia verbal la realidad en los terrenos de juego egipcios fue la de ver cómo el deporte retrataba y retrata un conflicto cargado de tensión. Egipto, potencia futbolera del continente africano, siempre ha sido una referencia lejos de los focos de un Mundial. Pocos entienden por qué un país tan próspero en títulos continentales (hasta siete) casi siempre falla a la hora de acudir a una cita mundialista. Ese debate sano queda manchado sin fecha de caducidad visible por lo que sucedió en aquel dramático partido con muertes de por medio. Más de 3.000 policías y escasos detenidos. “Los policías reciben su merecido, nosotros sólo respondimos a violencia con violencia”, nos cuenta un miembro de los Ultras del Ahli que asegura no tener ningún vínculo concreto con alguna ideología. No hay culpables, o al menos los que se hacen llamar ultras no lo reconocen aunque sea en menor medida.

2014-635300641667713076-771

En 2011 se produce la revuelta popular contra Mubarak disparando la inseguridad ciudadana que tuvo su explosión en el partido de la matanza. Vínculos políticos como en Argentina 1978, un Mundial que quedó marcado por la dictadura de Videla y los amaños de partidos o unos Juegos en Berlín 1936 donde Hitler fue el anfitrión de la cita son otras ramas del árbol contaminado llamado deporte de élite, hay infinitas. En Egipto, al estar lejos del lujoso ruido de occidente, sólo las mediáticas muertes llaman la atención para profundizar en el asunto. Sin embargo, desde hace años los partidos de fútbol entre los dos grandes del país deben ser arbitrados por colegiados internacionales, el problema ya estaba ahí. La división es tal que nadie entiende un árbitro neutral en una cita de esta categoría. Es inconcebible que entre el Ahli y el Zamalek o el Al Masri la realidad no te lleve hacia un clima turbulento. La pregunta, como en otros acontecimientos de la historia conduce hacia otros sectores no tachados como ultras.

La resolución del conflicto en los tribunales sigue presente en Egipto quitando y poniendo condenas en este 2014. Vulgar sería decir que esto sólo es un problema de África. Cuando hablamos de deporte, la tragedia de Hillsborough en Inglaterra se aclaró en cierta forma en 2013 y eso que se produjo en 1989. Durante años, las familias de los 96 hinchas que murieron en Sheffield tuvieron que soportar las informaciones de la policía y algún sector de la prensa que señalaban a los aficionados como los responsables de aquel horror. El Gobierno de Thatcher ocultó vídeos que hablaban con claridad de la responsabilidad de la policía y hace no mucho el actual Primer Ministro pidió perdón en público. ¿Coincidencias con Egipto? Algunas y no tan lejanas si entendemos como las fuerzas del Estado en Port Said dejaron de ser del Estado para actuar en venganza propia. Una lectura que llega por un lado, el del Ultra, y por otro, el del aficionado que fue como uno más aquel partido. Lo más claro es que, cuando un deporte de masas lo es llega a ser un arma fácil para convertirlo en una batalla donde nada tiene sentido.

Mohamed Salah, joya actual del balompié egipcio, reúne la esperanza lejos de su país. Fichado por el Chelsea en enero de 2014 y ahora en la Fiorentina, está capacitado para que su fútbol sea un aliciente que una por fin, aunque sea en deporte, a una nación dividida. Cuando se produjo la tragedia de Port Said, la Liga quedó suspendida dos años e incluso Salah se llegó a plantear la retirada en pleno crecimiento, todo se vuelve a repetir. La división llega no sólo llega entre quienes, en público, dicen ser de un lado un otro. El miembro Ultra del Ahli con el que nos ponemos en contacto destaca una separación entre los propios miembros de su equipo. Quizás siempre haya una separación dentro de cualquier grupo, imposible de estar unidos. Lo único que les une es estar enfrentados a algo, esa unidad en contra del Zamalek o el Al Masri es la única llave para no enfrentarse con ellos mismos. Una confusión total, difícil de reflejar en un breve paso por la realidad egipcia a través de algunos testigos.

Las celebraciones de varios futbolistas han estado cargadas de mensajes políticos con sus respectivas sanciones en el actual campeonato. Un período de transición que bien se puede seguir en las calles, los rincones del Estado o, sin ir más lejos, el deporte. En Egipto, Europa y en casi cualquier lugar del mundo, el fútbol es una buena forma de saber qué es lo que pasa en la sociedad. Ojala, algún día, sea sólo un juego.

*Al menos 30 aficionados del equipo de fútbol Zamalek han muerto este domingo y 23 han resultado heridos en los choques entre los ultras del club y las fuerzas de seguridad.

 

Deja un Comentario

" */ type="text/javascript"> -->
Pedro Puig, diseñador freelance