Cuando Hughes se multiplicó por dos
El fútbol de hoy en día vive momentos de prisas, cambios, calendarios apretados y muchos compromisos que obligan a llevar una agenda muy ocupada. Hay deportes, como el Baloncesto, en el que el calendario acumula hasta 82 partidos en una temporada regular de NBA. En el fútbol muchas han sido y son las quejas sobre todo cuando los compromisos internacionales entran en escena. Sin embargo, hay historias que muestran otra visión del fútbol que tiene a Mark Hughes como protagonista. Hace ya 25 años, Hughes acababa de ser cedido al Bayern de Múnich y una de las condiciones que puso al club bávaro fue la de poder jugar con Gales. El problema llegó cuando el primer test coincidía con otra cita importante del Bayern. Hughes disputaba un encuentro vital para la clasificación de la Eurocopa de 1988 en Praga ante Checoslovaquia mientras que su club tenía otro compromiso importante esa misma noche en Alemania.
Una cena, un compromiso
Uli Hoeness, leyenda del Bayern, cenó con Hughes la semana anterior y le dijo que ya había pasado lo mismo con un jugador danés y que no había problemas. En una reciente entrevista a FourFourTwo, Hughes confiesa que llegó cansado al segundo encuentro pero que fue una gran experiencia. Gales perdió en Praga por 2 a 0 y el Bayern ganó su partido aunque Hughes no fue decisivo en ninguno de los dos. La cercanía entre Praga y el compromiso en Alemania permitió ver al delantero galés en dos estadios el mismo día, increíble. Hughes confiesa que llegaron tarde al segundo, entrando en la segunda mitad y que la gente se pensaba que el ya estaba en el calentamiento ya que un jugador del Bayern llevaba su mismo peinado. Con dos goles del hermano de Rummenigge el Bayern ganó el encuentro pero eso era lo de menos. Lo importante es que Hughes demostró que si el corazón quiere, las piernas funcionan.
Increible!!no lo habia oido en mi vida.
Muy buen artículo e interesante, Rodrigo Marciel.
Jugadores como Mark Hughes en aquélla época poquitos hay como él ahora en la actualidad.
Me gusta la última frase: “Si el corazón quiere, las piernas funcionan”.
jajaja, que buena historia, realmente hay que tener muchas ganas de jugar para ir de un lugar a otro y meterse sin más en el campo. ya quedandose en el mismo lugar es bastante agotador.
Bonita anécdota, pero una corrección. No era el hijo de Rummenigge, sino su hermano Michael, quien después fue al Borussia Dortmund.