Ginola, el estilo que enamoró a Inglaterra
*La primera vez que le vi sobre un terreno de juego me quedé impresionado. Fue en la ida de los cuartos de final de la Copa de la UEFA 92/93, que disputaron en el Santiago Bernabéu el Real Madrid y el París Saint Germain. Esa noche el Madrid ganó 3-1 pero el exquisito centrocampista ofensivo francés llamó poderosamente mi atención. Es verdad que aquel PSG contaba con grandísimos futbolistas como Lamá, Ricardo, Guerin, Valdo, Raí, Le Guen, Bravo o el mismísimo Weah, pero tanto José Ángel de la Casa (que narraba el partido) como yo lo teníamos claro; Ginola era el hombre a seguir.
Héroe en el PSG
No hubo que esperar mucho para confirmar aquella corazonada. El partido de vuelta en el Parque de los Príncipes fue el escaparate perfecto para Ginola, que guió magistralmente a su equipo en una épica remontada. Organizaba cada jugada de ataque, intimidaba a la defensa blanca con su juego entre líneas y surtía de balones de gol a sus compañeros…parecía omnipresente. Él mismo anotó el 2-0 con un fantástico latigazo desde la frontal que ponía la clasificación de los parisinos en bandeja, pero el tiempo reglamentario concluyó con 3-1 en el marcador, merced a un gol in extremis de Zamorano. En la prórroga se echó otra vez el equipo a la espalda y asistió a Kombuaré para que, de un gran cabezazo, certificara el pase de los franceses a semifinales. Lamentablemente, la Juve de Roberto Baggio le impidió alcanzar su primera final.
Con Cantona y Papin
La temporada siguiente, qué curioso, el París Saint Germain volvió a cruzarse en cuartos de una competición europea con los merengues, esta vez en la Recopa. El desenlace fue el mismo que el año anterior, exhibición de Ginola y billete para semifinales (0-1 en el Bernabéu y 1-1 en París). Sin embargo, el Arsenal de Ian Wright volvió a dejarle con la miel en los labios, apeándole en unas semifinales por segunda vez consecutiva. Al menos, unas semanas más tarde, se hizo con el primer y único título de liga de su carrera. Esas dos eliminatorias perdidas contra el PSG de Ginola despertaron en mí un interés creciente por el internacional francés. Cada vez se hablaba más de él, sonaba como refuerzo para los grandes del continente y lideraba, con Cantoná y Papin, a una selección francesa que luchaba por meterse en el Mundial de Estados Unidos. Y en este trance es, precisamente, donde su carrera se vio profundamente marcada.
El drama de la selección
En el último partido de la fase de clasificación para la cita mundialista, Francia recibía a Bulgaria con la necesidad de asegurar al menos un empate. Con 1-1 en el marcador y un minuto por jugarse Ginola, intentando perder tiempo, centró desde El equipo dirigido por Kevin Keegan aspiraba a disputarle el título a los grandes y contaba con un bloque sólido y dinero en caja. la esquina un balón sin destinatario que devolvió la posesión a los búlgaros. El fulminante contragolpe acabó en los pies de Kostadinov, que aniquiló a los franceses con un genial derechazo. Toda Francia acusó a Ginola de la eliminación y el nuevo seleccionador, Aimé Jaquet, apenas volvió a contar con él. De este modo, su periplo con la tricolor fue segado de manera prematura y absolutamente injusta (eso sí, no fue el único cabeza de turco, ya que Cantoná fue otro de los sacrificados).
El comienzo en Inglaterra
A pesar de todo, la Premier League llamó a su puerta en el verano de 1995 y, tras deshojar la margarita, fichó por el Newcastle. La primera temporada fue extraordinaria para Ginola, que jugó a un nivel muy alto y contribuyó sobremanera a alcanzar el segundo puesto en la tabla, la mejor clasificación de las urracas en décadas. Sólo fueron superados por el Manchester United, aunque el sabor fue un tanto agridulce al haber liderado cómodamente la liga durante la primera vuelta.
Casi acaba en el Barça
La siguiente temporada estuvo a punto de recalar en el Barça, pero la directiva le convenció rompiendo el mercado y haciéndose con los servicios del mejor delantero de las islas, Alan Shearer. Junto a Les Ferdinand, Faustino Asprilla, Keith Gillespie, Rob Lee o David Batty volvieron a pelear por el título hasta el final, quedando de nuevo segundos y otra vez superados en el sprint final por el United. Al final de esa segunda campaña y debido a desavenencias, no sólo con el nuevo técnico, Kenny Dalglish, sino también con algunos de sus compañeros, decidió aceptar un traspaso al Tottenham. En los Spurs permaneció 3 temporadas, hasta el año 2000, convirtiéndose por méritos propios en uno de los jugadores de referencia del campeonato. Tal es así, que en 1999 recibió el premió al futbolista del año en Inglaterra y hasta Johan Cruyff se rindió a su talento asegurando que, en aquel momento, era el mejor futbolista del planeta.
Sus mejores momentos
Fue la temporada de su consagración absoluta, con regates imposibles, goles para el recuerdo con las dos piernas (era ambidiestro) y un título en el zurrón, la copa de la liga. Aún recuerdo dos jugadas individuales para enmarcar vistiendo la camiseta de los Spurs. Una terminó en gol, en el campo del Barnsley, después de zafarse de medio equipo rival y la otra, aunque no tuvo el premio final, fue si cabe más espectacular. Recorrió el campo de un extremo al otro en horizontal, sorteando jugadores del Leeds con el balón cosido al pie y, finalmente, sacó por sorpresa un disparo cruzado que se estrelló en la madera. Ni que decir tiene que se había convertido en ídolo de masas.
Éxito fuera del campo
Y esto último no fue debido únicamente a sus virtudes sobre el césped. Ginola volvía locas a las aficionadas inglesas con su cuidada melena, su perenne sonrisa y una elegancia natural. Protagonizó un anuncio de L´Oreal que disparó su reputación, convirtiendo en un clásico el eslogan de la firma que luego han repetido tantos y tantos rostros conocidos. Su “porque yo lo valgo” con marcado acento francés fue, tal vez, precursor de lo que vendría más adelante con el fenómeno Beckham. Por si fuera poco, colaboraba (y lo sigue haciendo) en diversos actos en calidad de embajador de la Cruz Roja, aprovechando su enorme carisma.
La cuesta abajo
Pero los años, ya se sabe, no pasan en balde. Dio sus últimas pinceladas en el Aston Villa y el Everton y, debido a las lesiones, decidió colgar las botas en 2002. Siempre se reprochó a sí mismo no haber jugado nunca en un grande, algo que, a buen seguro, habría ayudado a cambiar su destino en la selección. Muchos habríamos pagado por verle junto a Djorkaeff, Henry, Zidane y compañía aquel verano del 98. Y pensar que en ese equipo jugaban tipos tan mediocres como Guivarc´h, Diomede o Boghossian…qué caprichos tiene el fútbol.
*Ginola cumplió 48 años este 25 de enero de 2015
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Newcastle United 5 – Manchester United cero. Que partido y que golazo el de Ginola.
ginola se merecia un equipo mejor que las urracas, con todo respeto.
Sono para el Madrid, fue una pena porque yo creo que luciria mejor en la liga española que en la inglesa, aunque no se sabe.
Soy fan de Ginola.Me ha encantado lo que escribes. Fue el mejor!!
muy bueno gsvriacaoy a entrar a trabajar de bartender en hard rock cafe (madrid)y me estoi cuturisando e la historia de cada coctelunsaludo